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Tratamiento global de la artrosis

Dr. Pascal Mensah

¿La artrosis: una enfermedad degenerativa inflamatoria?

La artrosis es la enfermedad de las articulaciones más frecuente en todo el mundo1. Diferentes factores como la edad, predisposiciones genéticas, sobrepeso o incluso traumatismos articulares sufridos pueden contribuir a la degradación del cartílago.

Hasta ahora la artrosis se había considerado una enfermedad no inflamatoria. Sin embargo, nuevas investigaciones científicas muestran que, incluso antes de que se detecte la degeneración en la radiografía, existe inflamación, lo cual contribuye de forma importante al desgaste del cartílago2. Especialmente la inflamación de la membrana sinovial puede acelerar el desgaste del cartílago.

De hecho, en un estudio realizado en 422 pacientes que presentaban síntomas de artrosis en la rodilla, pero en los que no se observó ninguna señal de degeneración del cartílago mediante la radiografía, se determinaron a través de la artroscopia de la articulación de la rodilla parámetros de inflamación, que indicaban una sinovitis y la pérdida del cartílago3.

Asimismo, otro estudio en pacientes con afecciones del menisco realizada en el año 2011 demostró que en un 43 % de las articulaciones de la rodilla, en las que no se pudo observar ninguna degeneración del cartílago mediante la radiografía, ya existía sinovitis. Estos pacientes referían más dolor que aquellos que no presentaban parámetros de inflamación4.

Otras investigaciones no sólo ponen de manifiesto que ya en la fase inicial de la artrosis pueden detectarse inflamaciones locales, sino también que las inflamaciones crónicas contribuyen de forma decisiva a la degeneración del cartílago y la progresión de la artrosis2.

La función del sistema inmunitario en la aparición de la artrosis

Para aplicar una terapia lo más causal posible es importante considerar la patogenia también a pequeña escala.

¿Cómo se produce la degradación del tejido del cartílago en la artrosis y qué papel juega aquí el sistema inmunitario?

Todo empieza con una lesión local del tejido de la articulación, bien mediante sobrecarga, por ejemplo a causa de sobrepeso o deportes intensos, o bien por traumatismos o el desgaste en la edad avanzada.

Las células implicadas liberan los denominados patrones moleculares asociados a daños (Damage Associated Molecular Patterns – DAMPs), que van a ser identificados por los receptores de reconocimiento de patrones (Pattern-Recognition Receptors – PRR). Ésto lleva, principalmente, a la activación de los macrófagos sinoviales y a la iniciación de una reacción inflamatoria. El objetivo consiste en eliminar el tejido dañado y muerto, y así crear las condiciones favorables para la reparación del tejido. Los mediadores inflamatorios secretados contribuyen de forma directa e indirecta (a través de la estimulación de las enzimas proteolíticas) a la degradación del cartílago2.

¿Qué moléculas de transmisión de señales (DAMPs) desempeñan una función importante en la iniciación de la respuesta inmunitaria innata dentro de la articulación afectada?

En esta categoría entran, entre otros, los productos de degradación de la matriz extracelular (MEC). Así, por ejemplo, los fragmentos de fibronectina libres desprendidos de la MEC pueden causar la secreción de citoquinas proinflamatorias (TNF-alpha, IL-1beta) y de metaloproteinasas de matriz (MMP1 y MMP2) que resultan en la condrólisis, lo que a su vez origina una degradación adicional de la MEC5.

Por otra parte, las proteínas plasmáticas que penetran en la articulación como consecuencia de la inflamación y la permeabilidad vascular asociada, pueden actuar como DAMPs. De hecho se ha demostrado que en la artrosis las distintas proteínas plasmáticas en el líquido sinovial estimulan los macrófagos a producir citoquinas inflamatorias (TNF-alpha, IL-6, IL-1beta) y factores de crecimiento (VEGF), que favorecen el desarrollo de la artrosis6.

Además, en el líquido sinovial y el tejido del cartílago de pacientes con artrosis, se encuentran frecuentemente cristales inorgánicos como el fosfato de calcio y el dihidrato de pirofosfato de calcio (CPPD). Los cristales que contienen calcio favorecen la inflamación a través de su interacción con el sistema inmunitario. Martinon y colaboradores demostraron en 2006 que los macrófagos de los cristales CPPD originan la liberación de citoquinas proinflamatorias: la IL-1beta y la IL-18 destruyen los condrocitos y son responsables de la degradación del tejido del cartílago7.

La inflamación y la degradación de los tejidos de las articulaciones pueden resumirse de forma simple y generalizada de la manera siguiente:

Células inmunitarias como macrófagos, que se encuentran en la cavidad articular, se activan mediante señales de peligro emitidas por las células perjudicadas y liberan citoquinas que provocan una inflamación local. En la artrosis, los macrófagos secretan principalmente IL-1 y TNF-alpha, dos citoquinas que inducen la reacción inflamatoria. Estas dos citoquinas no solo pueden estimular su propia producción, sino también la de otros factores proinflamatorios (IL-6, IL-8, LIF y PGE, entre otros) y otras sustancias con efecto de condrólisis (MMP1, MMP9, MMP13). Estos mediadores destruyen activamente los proteoglicanos, el cemento del cartílago. Además, TNF-alpha puede estimular la apoptosis de los condrocitos que ya no pueden renovarse 8. Por ello, estos inmunoreguladores desempeñan una función activa y fundamental en la degradación del cartílago articular y la aparición de la artrosis.

En la revisión de Sokolove y Lepus, donde se resumen y reinterpretan diferentes estudios sobre el papel de la inflamación en el desarrollo de la artrosis, se concluye que el tratamiento basado en la aplicación de antiinflamatorios desde la aparición de los primeros síntomas y ante la presencia de criterios de riesgo pertinentes como la edad, el sobrepeso y malas posiciones parece ser el más prometedor para la evolución posterior de la enfermedad2.

Opciones terapéuticas para combatir el dolor y la inflamación

Cuanto antes se empieza con el tratamiento de la artrosis más posibilidades se tienen de prevenir la evolución de la enfermedad. Esto es válido tanto para la eliminación de los factores de riesgo de la artrosis como para la aplicación de tratamientos antiinflamatorios. Es especialmente importante tener una visión global del paciente para averiguar la causa de su problema de salud.

Aparte de las malas posiciones y la sobrecarga, por ejemplo por sobrepeso o el deporte de alta competición, el sedentarismo y la malnutrición también pueden propiciar el desarrollo de la artrosis. Por ello, es fundamental establecer las condiciones óptimas de curación. Esto significa que el paciente debe ejercitar los músculos de forma dirigida para que las articulaciones se sostengan mejor, cambiar su alimentación para adelgazar, o lograr un equilibrio ácido-base ajustado con el fin de evitar los procesos inflamatorios.

Sin duda, una opción a tener en cuenta para ejercitar los músculos es la gimnasia terapéutica. Además unos investigadores de Boston han demostrado que la práctica de Tai-Chi es especialmente apropiada para aumentar la movilidad y mejorar la constitución física y psíquica9.

La medicina china tradicional a través de la acupuntura también puede ser una aportación importante para aliviar el dolor. Una revisión sistemática de estudios aleatorios controlados (10 estudios con un total de 1.456 pacientes con artrosis de rodilla) evidencian la eficacia de la acupuntura en cuanto a la movilidad y el alivio del dolor en la artrosis de la rodilla10.

Asimismo, una alimentación sana puede condicionar de forma positiva la evolución de la enfermedad. Esto es válido especialmente en personas con sobrepeso. Conseguir el peso adecuado debe ser el primer objetivo en todo tratamiento de la artrosis. Además, un equilibrio ácido-base ajustado puede calmar los dolores de la artrosis. Por tanto, los alimentos acidificantes tienden a ser proinflamatorios, mientras que la alimentación básica resulta antiinflamatoria.
Las medidas importantes para controlar la artrosis comprenden los controles de peso, el ejercicio muscular y la alimentación adecuada. Sin embargo, cabe tener presente que puede existir una inflamación aguda o incluso crónica en la articulación contra la que se debe luchar.

Debido a sus cualidades antiinflamatorias y analgésicas, en la artrosis y la artritis se utilizan extractos de la raíz del harpagófito (Harpagophytum procumbens). Todavía no se sabe con certitud que componentes son responsables de esta mejora. No obstante, se supone que el harpagósido desempeña un papel principal. Así, los resultados del estudio confirman que el harpagósido impide la expresión de iNOS y COX-2 mediante la inhibición de la activación de NF-kB cuya consecuencia es la atenuación de la reacción inflamatoria y el alivio del dolor11.

Menos conocido, pero igual de eficaz es un extracto de la planta trepadora de la selva tropical «Uña de gato» (uncaria tomentosa). Esta planta actúa también como un antiinflamatorio, ya que impide la activación de factores de transcripción NF-kB y por consiguiente, inhibe la secreción de la citoquina proinflamatoria TNF-alpha12.

La microinmunoterapia es otro enfoque de tratamiento centrado en disminuir la inflamación. Sus particularidades son la aplicación de sustancias inmunocompetentes y su acción a varios niveles. A continuación se describe más en detalle este enfoque terapéutico.

La aportación de la microinmunoterapia en el tratamiento de la artrosis

Como ya se ha mencionado anteriormente, el sistema inmunitario desempeña un papel fundamental en el desarrollo de la artrosis. Es ahí donde interviene la microinmunoterapia.

El tratamiento de la artrosis consiste básicamente en disminuir la acción de las citoquinas IL-1 y TNF-alpha responsables del proceso inflamatorio. En microinmunoterapia se utilizan estos inmunoreguladores proinflamatorios en diluciones altas inhibidoras con el fin de reducir la reacción inflamatoria. Como ya se ha comentado anteriormente, se aconseja empezar este tratamiento lo antes posible. En los grupos de riesgo es esencial empezarlo antes de que se detecten las alteraciones degenerativas en la radiografía, para impedir o detener las inflamaciones desde el principio.

El objetivo consiste en inhibir el proceso de degradación de los condrocitos para que puedan seguir regenerando la estructura del cartílago. Además la microinmunoterapia tiene por fin impedir la degradación del colágeno y del peptidoglicano mediante la disminución de la cascada inflamatoria en la cavidad articular. En estos casos, se aplica la fórmula ARTH. En casos agudos la posología recomendada es de cuatro cápsulas de esta fórmula al día, de ocho a diez días.

Gracias a la preparación homeopática de las sustancias utilizadas, la microinmunoterapia constituye un tratamiento suave e inofensivo adecuado para cualquier grupo de pacientes. Las bajas dosis utilizadas garantizan la inocuidad del medicamento. El efecto concomitante sobre las causas degenerativas (la muerte celular de los condrocitos y la degradación de la estructura del cartílago) y sus consecuencias (inflamación y dolores) hace que la Micro-Inmunoterapia sea un método de tratamiento de la artrosis muy prometedor.

Para tratar la artrosis en su totalidad (solo con un tratamiento global se puede ayudar a los pacientes a largo plazo) se necesita un diagnóstico adaptado para poder construir una estrategia terapéutica adecuada. Es recomendable llevar un estilo de vida saludable, tener una alimentación equilibrada, hacer ejercicio físico regular y moderado, y sobre todo combatir a tiempo las inflamaciones.

Bibliografía

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