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Sistema inmunitario, envejecimiento y microinmunoterapia

(Newsletter marzo 2016)

Dr. Alberto Sacristán Rubio (España)

El envejecimiento puede definirse como el conjunto de cambios estructurales y funcionales que se producen a lo largo de la vida, desde el desarrollo embriogénico hasta la senescencia. Se podría decir que existe un proceso evolutivo que culmina con la madurez y un proceso involutivo que se identifica con el envejecimiento.

Cuando el cuerpo llega a la madurez fisiológica, el índice catabólico y los cambios degenerativos, vinculados también a daños que ocurren a nivel celular y molecular, son mayores que el índice anabólico de la regeneración celular. La pérdida resultante de células origina una disminución de la eficacia y el deterioro de la función de los órganos y sistemas. Así pues, entre los aspectos fisiológicos que se ven modificados como consecuencia del envejecimiento, podemos destacar:

  • Una modificación de la composición corporal (ej. aumento y redistribución de la grasa, disminución del contenido en agua, disminución del contenido de mineral óseo, etc.)
  • Pérdidas sensoriales (ej. presbicia, hipogeusia, hiposmia, etc.)
  • Alteraciones de la función renal, sistema cardiovascular, muscoloesquelético, sistema nervioso, etc.
  • Cambios metabólicos
  • Inmunosenescencia
  • Etc.

En el siguiente artículo destacaremos las alteraciones que se producen en la capacidad de respuesta del sistema inmunológico.

Inmunosenescencia

La inmunosenescencia puede definirse como el envejecimiento o involución del sistema inmunitario. Dado que éste es nuestro escudo de defensa, encargado de mantener la homeostasis del organismo, la disfunción inmunitaria ligada a la inmunosenescencia es, muchas veces, la responsable de la aparición de enfermedades relacionadas a la vejez, como la artrosis, la degeneración macular, las infecciones de repetición, el cáncer o incluso algunas enfermedades autoinmunes.

Existen múltiples factores asociados al envejecimiento que pueden causar una alteración del sistema inmunitario. Entre ellos influyen aspectos de nutrición, estrés, estrés oxidativo, el desarrollo de un estado de inflamación crónica e incluso en ocasiones también puede influir el aislamiento social. De estos factores, cabe destacar el estrés, particularmente el estrés crónico, que además de provocar una alteración a nivel del sistema inmunológico, pudiendo inducir ese estado pro-inflamatorio crónico, puede afectar también al sistema hormonal.

Por otro lado, cabe destacar que, del mismo modo que el propio proceso de inmunosenescencia nos hace más susceptibles a infecciones, éstas también pueden acelerar el proceso de envejecimiento. Además de favorecer el desgaste y agotamiento inmunitario por la constante exposición al antígeno infeccioso, son otra de las causas más frecuentes de inflamación crónica. Las enfermedades infecciosas contribuyen de una forma directa en mantener un estado de activación del sistema inmunitario, que acaba produciendo elementos inflamatorios de forma prolongada que luego alteran el epitelio vascular, haciendo así que los tejidos se inflamen y degeneren. Con el tiempo, este estado lleva a una inmunodeficiencia. Entre los microorganismos que podemos considerar «claves» en la inflamación crónica, podemos encontrar:

  • Virus: Citomegalovirus (CMV), Virus de Epstein-Barr, Virus de la Hepatitis B y C, Otros Herpesvirus, etc.
  • Bacterias: Chlamydia, Toxoplasma, Helicobacter pylori, Mycobacteria, Mycoplasma, Listeria…

Las modificaciones inmunológicas que se producen en edades avanzadas resultan complejas. Aumentan los linfocitos T de memoria y disminuyen los linfocitos inmaduros. Se reduce la función del timo, disminuye la capacidad de respuesta ante la presencia de un antígeno específico, aumenta la reactividad de los linfocitos B, pudiendo conducir a enfermedades autoinmunitarias… En la siguiente tabla se describen algunas de las alteraciones inmunológicas asociadas al envejecimiento:

¿Es posible reforzar el sistema inmunitario en el envejecimiento?

Para sostener el sistema inmunitario durante los procesos de envejecimiento hay que tener en cuenta distintos aspectos:

1. Aspectos nutricionales

Existente una relación entre la malnutrición proteico-calórica (DPC) y la depresión del sistema inmunitario. Incluso en el caso de malnutriciones leves o déficit de ciertos micronutrientes parece que se afectan los mecanismos de defensa del paciente. Así pues, resulta necesario aportar una suplementación nutricional, que permita al paciente mantener unos niveles normalizados de, entre otros, vitamina B-12, ácido fólico, vitamina C, vitamina D, zinc…así como es importante insistir sobre la ingesta de agua.

2. Programa de actividad física adaptado

En la actualidad nadie puede poner en duda los beneficios de la actividad física a cualquier edad: mejora el estado de ánimo, favorece y estimula las vías de detoxificación emuntorial, proporciona un aspecto más vital y una piel de mejor calidad, optimiza la oxigenación celular, mejora la salud cardiovascular, el sistema inmunológico… Siempre hay que recordar, no obstante, que es necesario establecer un programa de actividad adaptado al paciente, recomendándole un tipo de ejercicio, intensidad y duración concretos.

3. Microinmunoterapia

La microinmunoterapia es una opción terapéutica secuencial, con una acción sobre diferentes mecanismos fisiopatológicos relacionados con el estrés crónico y el envejecimiento, teniendo por objetivo proporcionar una mejor respuesta del sistema inmune y un equilibrio entre los procesos de senescencia y proliferación celular.

Por un lado, la fórmula de Microinmunoterapia EID tiene como objetivo ayudar a promover la diferenciación linfocitaria hacia una respuesta Th1 resolutiva, citotóxica celular y ayudar así a la inmunidad a que retome sus funciones. Por otro lado, la fórmula MISEN alterna secuencias orientadas a estimular la regeneración, la proliferación y el correcto funcionamiento de las diversas líneas celulares, con secuencias orientadas a estimular la apoptosis, la inhibición del ciclo celular y la expresión de genes supresores de tumores.

Conclusión

En resumen, podemos decir que a la inmunosenescencia se asocian toda una serie de alteraciones que pueden conducir, entre otros, a una disfunción inmunitaria. Medidas como una suplementación nutricional adecuada y un programa de ejercicio pueden ayudar a mantener un envejecimiento activo y más saludable. Asimismo, las fórmulas específicas Microinmunoterapia pueden ser de gran ayuda en el tratamiento integral de este perfil de pacientes, pues tienen como objetivo evitar el agotamiento inmunitario y aumentar la capacidad de defensa inmunológica.

Referencias

Extracto de la ponencia del Dr. Alberto Sacristán Rubio en el Congreso organizado por la Fundación Española de Medicina Estética y Longevidad (FEMEL) – Noviembre 2015.
1. Ongrádi, J. & Kövesdi, V. Factors that may impact on immunosenescence: an appraisal. Immun. Ageing 7, 7 (2010).
2. Álvarez-Fernández, B. & García, M. Modificación de la respuesta inmune en los ancianos con tratamientos nutricionales. An. Med. Interna 19, 423–429 (2002).
3. Arranz, L., Giménez-Llort, L., De Castro, N. M., Baeza, I. & De La Fuente, M. El aislamiento social durante la vejez empeora el deterioro cognitivo, conductual e inmunitario. Rev. Esp. Geriatr. Gerontol. 44, 137–142 (2009).
4. Ferrando-Martínez, S., de la Fuente, M., Guerrero, J. M., Leal, M. & Muñoz-Fernández, M. Á. Impact of thymic function in age-related immune deterioration. Rev. española Geriatr. y Gerontol. 48, 232–7 (2013).
5. Gil Hernández, Á. Tratado de Nutrición (Tomo I). Bases fisiológicas y Bioquímicas de la Nutrición. Editorial Panameriana. 33-35, 992 (2010).

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